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  • Foto del escritorFundación Ética PyT

La adolescente que amenazaba con irse de casa

Los padres de una paciente de 15 años, a quien llamaremos Paula C, acuden al consultorio, preocupados porque, ante los insultos del padre, atacando la dignidad de su hija, Paula C había partido de casa. En la entrevista, frente al llanto incontenible del padre, la niña estaba desaparecida desde hacía dos días, la reflexión que se produjo en la consulta, fue que para que se pacifique la situación familiar, sería determinante, en primer lugar, que el padre reconozca su desboque hacia Paula C. Todos tenemos tanto agresividad como capacidad de reflexionar e interpretar los hechos. El tema es ver cómo manejamos la agresividad cuando irrumpe de manera tensa y violenta. La reflexión fue que sería importante si pudiéramos reconocer, desde el lugar del actor y de espectador a la vez, en qué me nos equivocamos. Ser responsable de la palabra que dijimos.


Ser responsables de la palabra


Cuando no reconocemos nuestros actos, quedamos en un lugar de caos sin sentido. No nos hacemos responsables ni nos comprometemos con lo nocivo del hecho. Cuando estalla la potencia agresiva suele no haber registro ni reconocimiento. De regreso a su hogar, los padres llamaron a Paula C por teléfono y el padre tuvo un diálogo sincero con su hija en el que reconoció su violencia para con ella. Paula C dijo que iría al día siguiente a la escuela y que luego de la escuela volvería a la casa.


Replanteo del vínculo en un segundo incidente


En un segundo episodio del padre con su hija Paula C, la hija manifiesta que esa noche quería ir a bailar a Ramos Mejía, durante el G20. El padre habla por teléfono con la persona que había invitado a bailar a su hija, y le manifiesta su preocupación y le pidió ayuda para que Paula C no vaya, dando razones: es muy joven para salir de noche, y es inseguro. Como resultado, Paula C decidió quedarse en casa y el padre se sintió reconocido por su hija.

Paula C pudo reconocer el peligro que le vino desde una persona confiable para ella. El padre sintió por primera vez que su palabra fue escuchada. Cuando sostenemos la postura de reconocer el propio error, podemos obtener enormes consecuencias constructivas. De nuevo se presentaron obstáculos, y la postura de reconocer por parte del padre y de confiar por parte de la hija, permitieron sortear las dificultades sin llegar a una tensión violenta.

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